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PSICOANÁLISIS


ESCRITOS
  • PSICOANÁLISIS Y FUNCIÓN PATERNA EN LA HIPERMODERNIDAD [1]                        
 María Elena Napione Bergé

¿Qué es un padre? Es la pregunta que insiste en el pensamiento de Freud, quien parece decirnos... es aquel que sabe hacer valer la Ley de la interdicción del incesto facilitando el proceso de separación del hijo respecto de sus orígenes..... Y Lacan señalará que el ejercicio simbólico de la paternidad asegura al hijo la posibilidad de salir del pantano indiferenciado del goce y de aventurarse hacia la asunción singular del propio deseo [2].

En 1900 se consolida el Psicoanálisis con La interpretación de los sueños[3]. Es en esta obra donde se encuentra la primera versión del aparato psíquico y la explicación de la subjetividad. Para argumentar sus investigaciones y descubrimientos, Freud utiliza el relato de Edipo en la versión de Sófocles.
El mito griego es el soporte conceptual que sostiene los hallazgos observados. Y lo será también en Más allá del principio del placer [4] cuando las ciencias no den respuesta a su hipótesis sobre el nuevo dualismo pulsional y la idea de restablecer un estado anterior. Entonces, la corroboración o contrastación de sus observaciones, las realiza a través de la mitología. En "Tótem y tabú" Freud describirá las raíces violentas de la elaboración edípica.

Y Lacan nos dirá: ...Cuando llegamos – también en muchos campos distintos del propio amor – a un cierto término de lo que se puede obtener en el plano de la  episteme, del saber, para ir más allá se requiere el mito. Nos resulta perfectamente concebible que haya un límite en el plano del saber, si es cierto que éste es únicamente lo accesible al hacer intervenir de manera pura y simple la ley del significante. En ausencia de conquistas experimentales avanzadas, está claro que en muchos dominios – y en dominios en  los que nosotros, por nuestra parte, no lo necesitamos – será urgente dar la palabra al mito (...) No hablo del mito en el uso corriente de la palabra...sino lo que se dice [5].

¿Cómo ubicar el psicoanálisis dentro del mito? Es la antropología estructural quien nos puede ayudar a entender que mitos como el de la horda primitiva o el de Edipo, no corresponden a ningún acontecimiento históricamente situable. Es una forma simbólica. El mito es una creencia, un relato imaginario encargado de representar de forma alegórica la generalidad de una situación afectiva. Los mitos hablan a los hombres del mundo interno, de fantasías, así como de los deseos y las angustias con ellos relacionados. Son los encargados de integrar datos simbólicos universales en el seno de lo imaginario colectivo, con la función de "tranquilizar” porque reafirman al ser humano en su pertenencia a la permanencia de lo real. La elaboración del mito necesita una cierta integración sociocultural de las necesidades pulsionales y de sus represiones. El cuento, el mito, contribuyen a la figuración simbólica que desvela y disfraza a la vez, la pulsión prohibida. Desvela no sólo el contenido latente, inconsciente, sino también el desplazamiento que distrae la atención de este contenido[6].

En el encuentro de Héctor con su hijo Astianacte y con su mujer Andrómaca antes del combate final con Aquiles,  es el gesto de Héctor que se quita el yelmo para no asustar a su hijo, permitiendo que éste humanice la figura ideal de su padre. Es el padre que no es solo agente de la castración – el que introduce el límite al goce incestuoso de la Cosa materna – sino aquel que lleva consigo las marcas de la castración. La figura de Héctor oscila entre el ciudadano heroico, entregado a la defensa de su comunidad, y el padre que cuida de su familia, que con un acto de ternura, deja reconocerse como padre humano.
Deseo y Ley son dos conceptos claves del Psicoanálisis. Y ambos son esenciales para definir la función simbólica de la paternidad. Lacan lo afirma: un padre es aquel que sabe unir y oponer el deseo a la Ley [7].  Recalcati señalará al respecto: ...No es únicamente Ley de la pura interdicción sino que es, sobre todo, la Ley como don de la facultad del deseo. Éste es un punto decisivo: la interdicción sostenida por el padre se acompaña siempre de la donación...[8]”.
El sujeto es determinado, no a partir de la identificación, sino a partir de su modo de gozar. El ser tiene que ver con el modo de gozar. Y la identificación no atañe al ser. El objeto a  es lo poco de identidad que tiene el sujeto; es lo que funciona como congelamiento que permite unificar al sujeto borrado por el significante.
Carlos Bermejo sostiene: “El  fantasma está en la lugar de la identidad imposible, ya que en psicoanálisis no se cumple el axioma identidad...[9]
El trabajo de un análisis consistirá en localizar y recortar el objeto en juego para el sujeto, apuntando a que logre estar concernido allí, en el propio modo de goce. Ese vacío propio y desconocido que representa el a, posibilita otra relación con el goce y otro lazo con el Otro.
Pero, ¿qué queda del padre, de la función paterna, en la época de su evaporación? En el tiempo de la hipermodernidad, el nexo se disuelve dando lugar a una pseudoliberación del deseo respecto de la Ley que acaba por avalar su degradación a un capricho, a un goce compulsivo y desregulado privado de deseo. Es el tiempo cínico y perverso de un goce que se quiere libre de todo vínculo, incluido el ideológico: es un goce post-ideológico. Un tiempo donde no predomina lo singular sino lo particular y lo global. Un tiempo donde todo es posible, donde se busca la satisfacción inmediata, tratando de alejar la frustración. Es una época con un empuje hacia lo ilimitado, en la que se rechaza la castración y el vacío que encierra “la relación sexual no existe”. Época en que falta la falta y en la que los objetos a  han perdido sus velos.
El declive de la mirada del Otro que avergüenza representa un cambio en las relaciones del sujeto con el goce. Desde la época de Freud en que la civilización ejercía una represión excesiva con el consecuente malestar hasta el neoliberalismo en el que el sentimiento de desvergüenza destaca, la sociedad se ha transformado radicalmente. No sólo se ha vuelto más permisiva sino que ha transformado los deseos que suponen la falta, en verdaderos imperativos de goce. Este sentimiento de vergüenza se adquiere en la infancia en que los niños y niñas se pueden mostrar desnudos ante la familia e incluso ante extraños, sin experimentar pudor. Ese período permanece como un paraíso perdido en nuestros fantasmas. La ausencia de represión de tal exhibicionismo infantil, el darse a ver, constituye un modelo de satisfacción. Pero la aparición del pudor brinda, según Freud, una necesaria barrera al goce, civilizando al sujeto. Y el nacimiento del pudor marca un momento fundamental en la relación del sujeto y la Ley[10].
Marie Hélène Brousse[11] sostiene que el siglo XX vio desplegarse un nuevo movimiento de reivindicación  a partir del feminismo que moviliza otro significante: el género. Según esta autora, el género ha sustituido al sexo como significante amo, con implicaciones y consecuencias.... El término de género evita el equívoco siempre presente en el de sexo que, masculino o femenino, asegura una función clasificatoria e, indisociable de Eros, tiene siempre un valor erótico en la lengua. Por lo demás, el término de género sale del binario construido con la reproducción para introducir un tercer término, el neutro.
El género designa una de las formas comprendidas en la identidad. Decir “una de las formas” implica una pluralización de la noción de identidad: identidad sexual o asexuada, pero también nacional, grupal, ética, racial, religiosa, espiritual, económica, política, etc. Una pluralidad que el discurso amo actual hace patente pero paradójicamente se refiere a la identidad que caracteriza a un individuo en su singularidad y en su totalidad: una identidad ideal, mi identidad, lo que soy, totalmente y en todo tiempo y lugar; una identidad unificadora.
Brousse cita a Jacques-Alain Miller quien plantea un desarrollo de la identidad a partir de los mecanismos de la identificación. “Esta prioridad del Otro está marcada en lo más profundo de la identidad del sujeto, la constituye. Podemos incluso decir que Lacan se esfuerza en poner unilateralmente del lado del Otro todo lo que es para el sujeto constituyente”. La identidad está del lado del Otro, tanto de las imágenes reinas como de los significantes amos, no del lado del sujeto, efecto del lenguaje.
El Otro planteado por Lacan funciona a partir de la articulación mínima de un S1 con un S2, permitiendo la sustitución de S2 a S1, de S3 a S2, etc. y en cada sustitución se produce un efecto de sentido que es la deriva de la que habla Lacan.
La identidad y el género como identidad sexual, son del Otro y están en el Otro. Lo que es nuevo hoy es que han aparecido recetas alternativas a las que estaban en juego en el lazo social. El avance de las identidades y del género, que aspiran al estatuto de significantes amos en el discurso contemporáneo, es la consecuencia de la pérdida de la hegemonía del discurso amo en las sociedades tradicionales, situadas bajo la dependencia del Nombre del Padre, semblante que tenía una función de poder. La ciencia y sus técnicas no habían transformado aún la reproducción humana. El nombre del padre permitía definir lo masculino y lo femenino por la reproducción de la especie en el sistema de parentesco, la identidad sexual era definida por un binario presente tanto en lo imaginario como en lo simbólico. Ya no es así – dice Brousse – pero la multiplicidad de las identidades no modifica en nada su funcionamiento. Continúan estando en el Otro, e intentan proponer nuevos modos de empleo del lazo social.
Freud nos habla de tres niveles de identificación (al padre por el amor; histérica; al rasgo unario).
En su última enseñanza, Lacan cambia los modos de identificación del sujeto. Ya no se trata de un sujeto en tanto representado por un significante para otro significante, ni del lazo S1-S2. El lenguaje y el discurso siguen teniendo la prioridad pero el sujeto, categoría simbólica, da paso al parlêtre o ser hablante. De ahí deriva otro proceso de identificación que surge no del Otro, sino de Un-Cuerpo (Un-Corps), como lo demuestra Jacques Alain-Miller, apareciendo en primer plano la noción de pertenencia, de propiedad y no tanto, la noción de identificación.
Un-Cuerpo no se atrapa más que por su consistencia. Al lugar del amor por el Otro, el padre, viene la adoración del cuerpo, mezcla de lo imaginario y lo real. Un-Cuerpo producto del Uno que escapa a la  tenaza de la metáfora y del Cuerpo.
Vallejo leyendo a Miller señala: Es un imaginario otro que el del principio, un imaginario vaciado de sentido[12]
Si bien Lacan había construido  una teoría del narcisismo despojada de lo Imaginario en provecho de lo Real de la huella, se trata de definir el cuerpo no ya por su imagen y como consecuencia, el sentido, sino como cuerpo gozante organizado por los orificios corporales de los que Freud ya había subrayado la correspondencia con las pulsiones. Esos agujeros emiten sentido en la medida que provienen de experiencias de goce y después lo aspiran, ya que el goce está fuera de sentido. Localizados en Un-Cuerpo, funcionan como una especie de escritura indescifrable, pero inscrita.
La identificación sigue estando en el Otro y es por lo que es un proceso esencial. El Otro es la condición de la constitución de nuestro marco, nuestro acceso a la realidad, fundada en la falta. El Otro presta los significantes que desfilan en las identidades de papel que se atropellan, se contradicen y que caen en un análisis.
La única identidad que se sostiene no es del sujeto, sino del Uno del todo solo, del cuerpo del que no podemos escapar, de sus agujeros.
En un análisis se trata de desprenderse del Otro, sabiendo que no hay Otro del Otro. Se trata de identificarse a su síntoma; de extraer de estas experiencias las marcas indelebles que nos han dejado y por reducción, alcanzar el modo de goce sintomático del sujeto.  Extracción de los momentos en los que un decir marcó Un-Cuerpo, reducción de los enunciados, desvelamiento de la enunciación, son las condiciones para formular una identidad desde el síntoma. Es la única garantía de unidad.
El psicoanalista y escritor Óscar Ventura sostiene que asistimos en la actualidad "a una transformación inédita de los semblantes por las cuales se podía reconocer a los hombres". El discurso contemporáneo empuja a borrar las diferencias clásicas que sostenían la disparidad entre los sexos. Los psicoanalistas, según el conferenciante, "verificamos la tensión que se produce cuando las viejas formas que ordenaban el orden simbólico de la civilización entran en colisión con las formas llamadas posmodernas. El escenario del mundo indudablemente se va modificando súbitamente, la estructura de los lazos sociales, antes orientada por referencias claras e identificables, se va atomizando cada vez más".
En este contexto de "declive de las formas de la autoridad, de la familia, de la religión", los hombres han perdido las referencias por las cuales se reconocían, afirma el psicoanalista. Y añade "las conquistas femeninas han cuestionado sus posiciones; por otro, la introducción de la serie de todo tipo de objetos que los invitan a desprenderse de las insignias tradicionales que los identificaron se materializa en un debilitamiento de las posiciones viriles". Ante esta coyuntura "vemos cómo los hombres de hoy en día están desorientados, más bien temerosos y esta inquietud los hace bascular entre un forzamiento a querer imponer las viejas formas, que en ocasiones llega hasta la violencia criminal, y una renuncia a ejercer las funciones que de ellos se esperaba, que lleva al extremo de volverlos irreconocibles". Asistimos  a la soledad en su peor forma, ya que los tipos de goce contemporáneos se alojan en el campo más degradado de la soledad, en un modo de soledad del goce de los Unos solos.
De lo que se trata es de proponer otro modo de soledad, un buen encuentro con la soledad, aquella que “se desprende del discurso analítico, y que tiene que ver con el rasgo de autenticidad de la soledad; es la necesariedad de habitar su experiencia como aquello que hace lazo de un modo posible para encontrar un saber-hacer con la ausencia de la relación sexual[13].
El acto analítico trata de introducir ese vacío necesario para provocar esta buena forma de la soledad que es puesta en relación con la vitalidad, con el deseo del sujeto. Provocar la buena forma de la separación. Es decir, que la extracción del objeto en un análisis como modo de instalar este vacío, sería una vía posible de recuperar el plus de vida, en oposición a la pulsión de muerte a la que invita nuestra “civilización” actual. Re-subjetivarse, reconfigurarse haciendo pasar un poco de goce del objeto a la vida, hacerlo pasar de resto a causa.




[1] Napione Bergé, M. E. Psicoanalista. Integrante colaboradora del Grupo de Investigación Teórico-Clínica en Psicoanálisis. Apertura. Estudio, Investigación y Transmisión del Psicoanálisis. Curso 2018-2019.
[2] Recalcati, M. (2011). ¿Qué queda del padre? La paternidad en la época hipermoderna. Barcelona, Xoroi Edicions, pp. 21.
[3] Freud, S. La Interpretación de los Sueños (1900), Ed. Amorrortu, Buenos Aires Argentina, 1991.
[4] Freud, S. Más Allá del Principio del Principio del Placer (1920), Ed. Amorrortu, Buenos Aires (Argentina),  1992.
[5] Lacan, J. (1960-1961).La Transferencia. Seminario 8. Ediciones Paidós, Buenos Aires (Argentina), 2013, pp. 142.
[6] Krasnogor, R. Freud y el mito como fuente argumentativa. http://www.elsigma.com/filosofia/freud-y-el-mito-como-fuente-argumentativa/10138.
[7] Véase J. Lacan (1960). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, en Lacan, J. (2003). Escritos, Vol. 2, Madrid, Biblioteca Nueva, Siglo XXI, pág. 755.
[8] Recalcati, M. (2011). Op. Cit., pp. 40
[9] Bermejo, C. (2019). Seminario “SINT(H)OMAS EN PLURAL. TALLER DE CLÍNICA”. Apertura. Estudio, Investigación y Transmisión en Psicoanálisis. Ciclo de Formación Permanente. Curso 2018-2019.
[10] Chorne, M. (2019). La vergüenza ha muerto. 6ta. Conferencia. NUCEP-Instituto del Campo Freudiano de Madrid.
[11] Brousse, M.H. Las identidades, una política, la identificación un proceso y la identidad, un síntoma.
[12] Vallejo, P. Reseña del Seminario El ultimísimo Lacan. De Jacques-Alain Miller. 29 de noviembre 2014. http://virtualia.eol.org.ar//
[13] https://www.diarioinformacion.com/alicante/2011/01/14/psicoanalista-oscar-ventura-habla-hombres-hoy-dia/1084090.html

VIDEOS 
  • JACQUES LACAN (1972) 






Fuente: Encuentro (completo).


  • APERTURA. ESTUDIO, INVESTIGACIÓN Y TRANSMISIÓN DEL PSICOANÁLISIS (BARCELONA)
CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL PSICOANÁLISIS        
Los 4 discursos (1)
9 de octubre de 2017

Los 4 discursos (2)
6 de noviembre de 2017

Los 4 discursos (3)
27 de noviembre de 2017  



PSICOSIS Y PSICOANÁLISIS[1]

 

¿LOCURA O PSICOSIS?

La Psicosis, la locura, son un enigma. El psicótico no “Nos habla”. Habla…pero su hablar no nos es inteligible, señala Élida Fernández. Pocas veces demanda ayuda. Casi nunca consulta, es traído. Se lo encierra, se lo aísla, se lo medica, se lo silencia.

Los términos locura y psicosis han sido empleados antes del surgimiento del Psicoanálisis, tanto en el campo de la Teología, Filosofía y Psiquiatría. Desde el Psicoanálisis, Lacan distingue el concepto de locura del de psicosis desde el inicio de su enseñanza. "Todo el mundo es loco", dice en su intervención en Vincennes en 1978.

En el escrito «Acerca de la causalidad psíquica» (1946) de J. Lacan, la locura aparece como el modo delirante de relación al otro que implica la alienación imaginaria. De acuerdo con esta versión, la locura es un fenómeno montado en la relación narcisista con el otro; por consiguiente, puede presentarse en cualquier estructura. Es el yo que está loco, es decir, alienado al otro, diferenciándose esta locura “para todos”, de la psicosis, en que “la forclusión en lo simbólico (el N. del P.) aparece en lo real, como la voz del Superyó frente a la cual el sujeto sólo puede contestar “oigo”. En el Seminario sobre Las Psicosis, Lacan establecerá diferencias entre las estructuras clínicas. Pero el término locura implicará la posibilidad a toda subjetividad, más allá de las estructuras clínicas.

EL SUJETO PSICÓTICO Y  SU RELACIÓN CON LOS TIEMPOS DE ESTRUCTURACIÓN SUBJETIVA

En las psicosis los agujeros del soma, no han terminado de erogenizarse, de erotizarse. Para los tiempos de conformación de la pulsión se trata aun de un agujero (primer tiempo de estructuración subjetiva, de pulsionalización del soma, del autoerotismo). El mecanismo de las psicosis es la forclusión (Verwerfung de Freud) como falla en la estructura simbólica que repercute sobre la estructura imaginaria, disolviéndola, reduciéndola a lo que Lacan denomina la regresión tópica al estadio del espejo, es decir, a la estructura elemental de este estadio. En este mecanismo solidario de la regresión la madre sostiene la imagen donde el niño se precipita, desaparece como sujeto el lecho del río, de un padre sin palabra". La forclusión en lo simbólico (el N. del P.) aparece en lo real, como la voz del Superyó frente a la cual el sujeto sólo puede contestar “oigo”, señala  Elida Fernández.

La pérdida del objeto a  que no es ni del $ ni del Autre (Otro) no se produciría como es el caso de la esquizofrenia. Existe cierta identificación del infans con este objeto que es él para la madre. El objeto nunca cae, no constituye falta sino excrecencia.

El sujeto de la psicosis, sujeto del goce, se opone al sujeto del inconsciente. A falta de represión primaria que divide consciente e inconsciente, el lenguaje del inconsciente pasa a ser un exterior amenazante, una voz que le viene de afuera. En lugar de la cadena S1 - S2 nos encontramos con la holofrase,  captación en masa de los significantes primordiales, sin intervalo entre ellos. Esta condensación de la cadena pone al psicótico fuera de la polisemia significante, fuera de la metáfora y la metonimia, fuera del sentido, como “desabonado del Inconsciente”.

Este sujeto queda como sujeto muerto, intentando cavar una falta en el Otro, en lo real del Otro (ya que sus recursos no son de lo simbólico). Esto tiene como efecto, una ausencia de separación del objeto, que no puede caer en su intervalo, quedando fuera de los efectos de sentido. A falta del significante fálico operando como significante en la falta del Otro, el objeto permanece incluido en el sujeto como algo que por estar de más, él debe arrancarse (toda clase de pasajes al acto como mutilaciones y suicidios bizarros dan cuenta de este fenómeno). En esta imposibilidad de constituirse como sujeto barrado el psicótico oscilará entre identificarse a la excrecencia o al Otro (ser Dios).

En la psicosis falta la inscripción de la metáfora paterna (tercer tiempo de estructuración subjetiva), que dará lugar a efectos que deben leerse en una lógica diferente a la de las neurosis, entre ellos el empuje a La Mujer sin tachar, que se puede escuchar en los delirios de la esquizofrenia paranoide y de la paranoia. Ej.: en hombres, como describe Schreber o en mujeres como el de ser La Virgen, La Diosa, La Elegida de Dios. Este significante “La Mujer”, ausente en las neurosis, se lee como la ausencia de toda falta que articule la sexuación y en su lugar aparece el delirio desde lo real.

En las psicosis, la ausencia de agresividad constitutiva del yo (estadio del espejo) es sospechosa de psicosis y por otro lado, la presencia de la agresión como efecto de la pulsión de muerte, del odio como lo expulsado, lo proyectado por el yo primitivo.

 “La forma de dejar-caer de la relación con el propio cuerpo es completamente sospechosa para una analista”, ya que daría cuenta de que el yo no tiene función narcisista, que hay deficiencia imaginaria i(a). Es decir que el anillo imaginario no anuda al simbólico y al real, que sí permanecen anudados entre sí (É. Fernández, 1995).

El cuerpo puede caer como resto, como cáscara, como vestimenta abandonada, deshecho. Al dejar caer el  que orna el a  aparece una falla en el revestimiento narcisista del yo mismo. Esto tendría como efecto la ausencia de agresividad frente a la intrusión del semejante.

El goce es aquello que escapa al principio de placer, es lo que no sirve para nada y en la satisfacción de la pulsión el sujeto está tan fusionado al objeto que desaparece. En el psicótico, el goce aparece como una orden, único lazo del sujeto con el Otro cuando no hay falta. Es el Goce del Autre.

Cuando el psicótico escucha el mandato del Superyó, aparece un significante como cuerpo extraño que interpela desde lo real. Esto ocurre básicamente como frase interrumpida. Tú eres…sin mensaje.

Hay un llamado del Autre, un llamado interrumpido que el psicótico se ve compelido a completar permanentemente. El S2 no adviene y obliga al psicótico a abrir con su delirio ese agujero de sentido. Pensar en un sujeto psicótico es pensar otro sujeto, el sujeto pleno, no dividido, el sujeto de la certeza, de la increencia, el que queda solidificado en la holofrase, el que sabe demasiado, sujeto del goce, sujeto de un saber en exceso que no pasó por los avatares de la represión.

En el delirio o formaciones psicóticas  se trata de la irrupción en lo Simbólico del Goce del Autre en sus variadas versiones. Lo que se excluye de lo Simbólico, retorna desde lo Real.

Podemos así situar en relación al goce a la paranoica identificando su goce en el lugar del Autre; a la esquizofrenia, localizando el goce en los órganos, por estar sin un discurso establecido para un cuerpo no constituido como tal; a la melancolía, centrando su goce en el yo, aplastado por el objeto que puede perderse.

El psicótico encuentra lugar en el Deseo de la Madre como objeto parcial: boca, excremento o pene, quedando pendiente de la omnipotencia materna y ofreciéndose a su goce. No hay falta en el sujeto en tanto no hay falta en el Autre. La búsqueda de esta falta para poder alojarse en el Autre lo lleva a marcar en lo real lo que no se inscribió en lo simbólico y muchas veces lo intenta con un pasaje al acto,sin éxito. Es la necesidad de producir un corte en el Autre no teniendo los recursos de la simbolización. Al no producirse el efecto de la separación del Autre sólo queda la repetición infinita de un acto nunca logrado, encontrándose con un objeto del que tiene que desembarazarse.

El sujeto psicótico ha entrado en el campo del lenguaje, no así del discurso, ya que no ha sido posible la escrituración de un lugar de alojamiento para el niño en el deseo de quien lo porta, funcionando como tapón de la falta de la misma, es decir de quien haga las veces de madre, en la que su deseo de ahijar dejará de ser tal, porque según su fantasma, se completará con el niño. El goce fálico del Autre vuelve sobre el niño como Goce del Autre, apropiándose del ser del infans. Así el sujeto psicótico queda en un tiempo de alienación primera al Deseo Materno.

              CLÍNICA DIFERENCIAL DE LAS PSICOSIS

La carencia del Nombre del Padre en el Otro (Autre) no es la misma si su causa reside en el otro real, que no lo nombra, o en la falencia del padre a ocupar su lugar sexuado. No sólo de privador de la madre, sino también de donante del falo. Es por ello que amerita una clínica diferencial de las psicosis, sostiene Élida Fernández,  ya que no es lo mismo una paranoia que una esquizofrenia o que una melancolía.

Sólo me centraré en algunas diferencias diagnósticas según los tiempos de estructuración subjetiva y no desde la nosografía psiquiátrica, de la que sólo tomaré algunas pinceladas.

En la paranoia es muy poco frecuente encontrar trastornos manifiestos de la imagen del cuerpo, en cambio esto toma gran importancia en las esquizofrenias donde está básicamente alterado el contenido y el sentido del vínculo que une las diversas partes entre sí, dando lugar a un espejo con especularización de órganos internos disgregados y autónomos, que nos remite al primer tiempo de la estructuración subjetiva.

De esto podemos deducir que no hay fantasma en la psicosis, ya que no existe constitución del sujeto dividido ni constitución deseante que posibilite el lugar de un objeto de deseo.

A diferencia de Clérambault que nos habla de automatismo mental, Lacan jerarquizará la teoría del fenómeno elemental como característica esencial de la estructura psicótica“La palabra impuesta es una emergencia que se impone al intelecto y no tiene ninguna significación concreta. Son palabras que emergen”. El fenómeno elemental no debe entenderse como distinto a la estructura  y lo que los une es una falta en el orden significante, siendo el significante todo elemento que vale en tanto opuesto a otro.

En el Seminario III, Lacan dice: “La carretera principal es así un ejemplo de lo que digo cuando hablo de la función significante en tanto que polariza, aferra, agrupa en un haz de significaciones”.

En las esquizofrenias se producen alteraciones del lenguaje, alteraciones con un marcado sesgo hipocondríaco que llevan a Freud a hablar de lenguaje de órgano. Tratan las cosas concretas como si fueran abstractas. Presentan alucinaciones de todo tipo. Por ejemplo, escuchan voces cuando no hay nadie que esté hablando o ven visiones. Sostiene Leiderman que estos son los síntomas positivos para los que hay un tratamiento adecuado. Son positivos porque normalmente las personas no tienen y negativos, porque las personas normalmente tienen y dejan de tener, por ejemplo, la falta de voluntad, la indiferencia afectiva, el aislamiento, la falta de socialización. También presentan alteraciones cognitivas tales como problemas en la atención, en la memoria, en las funciones ejecutivas, es decir, en la posibilidad de planificar una acción.

La temática delirante del sujeto esquizofrénico es caótica, deshilvanada, estereotipada, fragmentada, incomunicable e inentendible. Está seriamente dañada cualquier capacidad de contacto. Presenta evolución demencial.  Existe mayor deterioro que en la paranoia.

La constitución del yo como alienada y la agresividad como correlativa a esta constitución no puede realizarse sin el sostén simbólico del deseo del Autre (a-a’). Sin  este lugar ilusorio de ser el falo completando al Autre (imaginariamente), sin este lugar en el deseo del Autre, queda como cuerpo despedazado, queda como a  (resto caído y no causa de deseo).

El pasaje al acto es el intento de instaurar una separación imposible. Por eso está inscripto de entrada como intento de salida en el delirio. Si el objeto no se ha perdido, es el cuerpo que amenaza, permanentemente, con abandonar el sujeto.

Lo que caracteriza a las melancolías delirantes son los autorreproches, gran sentimiento de culpa, sensaciones de indignidad; ideas hipocondríacas, especialmente en lo referente a trastornos del aparato digestivo, incluso pueden aparecer ideas delirantes de falta de órganos, de transformación y vacío corporales. Siente que ha arruinado a toda su familia. Vive todos los hechos provocados por su indignidad. No faltan las ideas de muerte como una salida para aliviarse de tanto sufrimiento. Puede elaborar un plan para llevarlo a cabo, lo cual expone al máximo riesgo la vida de estos sujetos. En caso de constatarse un riesgo suicida alto, requiere internación en una sala de agudos con medidas de seguridad. Este tipo de situación requiere un trabajo en equipo como también sucede al trabajar con sujetos psicóticos atendidos en una institución.

En el sujeto paranoico, el delirio es sistematizado, generalmente constituido alrededor de un hecho real, pero interpretado delirantemente. Conserva la actividad intelectual.

Según Leiderman en relación a los padecimientos mentales, señala que son muy pocas enfermedades las que se curan pero son tratables y recuperables. Es decir, que la persona sin curarse, puede llegar a tener una vida normal, una vida en sociedad. Es el caso de la esquizofrenia que son personas que se aíslan.

             TRANSFERENCIA EN LAS PSICOSIS: ¿EROTÓMANA O PARANOIDE?

En la transferencia, el neurótico busca reconocimiento, ser amado. En cambio, el psicótico no nos pide que lo amemos, afirma que lo hacemos (en la erotomanía) o tiene la certeza de que queremos hacerle daño (paranoia). La palabra es transferencial y si hay palabra en la psicosis hay transferencia. Pero el tratamiento que le da el psicótico a la palabra es peculiar, ya sea por la existencia de la holofrase o el neologismo como un sentido pleno, sin posibilidad de dialéctica alguna. Cuando el el psicótico nos engloba en su delirio generalmente la relación al analista como palabra es paranoide o erotómana. O somos los que hablamos la lengua del perseguidor o la del amante. Nos dice: O Ud. me quiere dañar, me persigue ó Ud. me ama. En el me aparecemos ubicados transferencialmente. El paciente se plantea en ese lugar donde él es hablado, es interceptado, es perseguido….Transferencialmente, el analista queda ubicado en el lugar de donde proviene eso que le habla, lo persigue, lo ama. Esto en el momento de despliegue delirante. Este Otro que lo ama, persigue, habla, etc., se dirige a él. El sujeto que no pudo alojarse en el Otro (Autre) delira que ese que no lo alojó lo busca, lo necesita (erotomanía) o necesita destruirlo por su enorme poder (paranoia).


POSIBLE INTERVENCIÓN EN LAS PSICOSIS DESDE EL PSICOANÁLISIS

Cuando hay forclusión del N. del P., Lacan enseña que esto puede ser suplido mediante tres términos: 1) El sinthome (en Joyce es la escritura); 2) el hacerse un nombre; 3) el ego.

En Schreber, la suplencia como 4to nudo no se ha producido. La forclusión del N. del P. lleva a la consolidación de un nudo de tres propio de la paranoia. El ego como nominación imaginaria remite al cuerpo. Lacan define al ego como la idea de sí mismo como cuerpo, idea que exige la presencia de la imagen especular narcisista. El yo de Joyce se presenta como un i(a) sin el i (hábito). El hábito es con lo cual nos recubre el Autre (Otro) con su amor.

No se puede pasar de una estructura psicótica a una neurótica. En la neurosis se padece de preguntas inherentes a su división (un sujeto que no sabe de otro que sabe). En cambio, el sujeto psicótico es el sujeto de la certeza. Él sabe, sabe lo que quiere en el orden del goce.   Entonces, de lo que se trata es de estabilizar al sujeto psicótico. Por ello hablamos de análisis para los neuróticos y de tratamientos posibles para los psicóticos. Por lo tanto, la dirección de la cura será diferente. Debido a que es posible que una psicosis pueda desencadenarse a partir de una supuesta estructura neurótica, es importante poder diagnosticar el tipo de estructura subjetiva de la que se trata, a partir de las entrevistas preliminares.

Laura D’Agostino sostiene que el sujeto esquizofrénico ha perdido el entusiasmo, es decir la voluntad de hacer algo porque se espera placer por dicha actividad. Dicha pérdida se manifiesta como apatía, desgano, falta de aplanamiento subjetivo. Es un sujeto arrasado por  el goce del Autre. Si bien el entusiasmo es un afecto, que puede resultar extraño para un psicoanalista por lo anticipatorio y hasta predictivo, “no será obturante en su eficacia, si causa la posibilidad de formatear en lo Simbólico, lo Real indomeñable en tres tiempos articulados lógicamente, a veces sucesivos, las más simultáneos”. Es más,  es el entusiasmo del analista, y de aquellos que dirigen  los distintos espacios, el que restituirá en sus intervenciones el entusiasmo perdido o nunca alcanzado, con que por definición el sujeto psicótico nos llega, o mejor aún, es traído a consulta”.

 

 


Las relaciones de la economía libidinal en la estructura, según Lacan.

 


El anillo imaginario no anuda al S y al R (que sí permanecen anudados entre sí) en la psicosis.

(James Joyce). Disyunción i – a.

 

Los tres tiempos propuestos por Laura D’Agostino articulados con la propuesta de Élida Fernández para intervenir en las psicosis se resumen a continuación:

·    Corte en lo Real: ante el sujeto psicótico que delira, se trata fundamentalmente de escuchar la verdad en el delirio, y la palabra del analista intentará acotar el mismo mediante un Sprestado que funcionará ortopédicamente estabilizándolo.

·  Sutura en lo Simbólico: accederá otras veces, a alguna producción más allá del producto, sosteniendo la distancia apaciguadora entre sujeto y objeto.

·         Recubrimiento en lo Imaginario: a veces el paciente estará medicado, pero en el tratamiento con el analista el trabajo consistirá en entretejer un imaginario posible que acote el agujero y dirigir al paciente a posibilitar una palabra entre él y las voces. Se trata de permitir un encuentro no amenazante con un otro especular, que al no encontrarlo en el despedazamiento propio que el detenimiento  de la  constitución del cuerpo pulsional provoca, no causará la huida o el alejamiento.

La angustia aparece del lado del analista ya que nos enfrentamos al sin sentido, que es lo esperable, pero con interrogantes. Conviene escuchar al que habla porque se trata de un mensaje que proviene de una palabra más allá del sujeto, que es un mandato superyoico, mortífero, que podrá controlar mediante la intervención del analista como suplencia del Deseo de la Madre que nunca advino y lo dejó sujetado a una muerte anticipada. Ante la holofrase y el neologismo, se intentará intercalar un lugar a construir, un significante a encontrar.

 Joyce construyó su propio sinthome gracias a su genialidad. Pero aun así necesitó presencia en lo Real, que sostuviera, que posibilitara su producción. En los tratamientos con psicóticos, hay identificación al analista y debe haberla. Lo que no tendría que repetirse es la forma en la que el sujeto había compensado su forclusión antes del episodio que llevó al análisis: la incorporación. Lo que implica, también, desinvestir- relativamente- el ideal del yo.

Los tratamientos con sujetos psicóticos requieren un trabajo multidisciplinario.

Un dispositivo de tratamiento en salud mental es el hospital de día que es de carácter ambulatorio, grupal y de alta frecuencia, compuesto por instancias terapéuticas tales como entrevistas individuales, psicoterapia grupal, musicoterapia, entrevistas familiares y asambleas multifamiliares, actividades de convivencia (desayunos, tiempo libre, asamblea, almuerzos) y talleres que, a través de soportes diversos, se conforman en el marco de expresión y de trabajo a partir de la vivencia misma: aspectos vinculados con la relación con el cuerpo, la creatividad, el otro y el funcionamiento cognitivo.

Parafraseando a Del Olmo (2017), el pasaje por el hospital de día implica otra temporalidad, cobrando  importancia el proceso de un trabajo, cuya duración y resultados son incalculables, donde se adapta el tiempo cronológico al ritmo del trabajo de elaboración propio del sujeto y no de éste a los tiempos del Otro como respuesta a una grilla estándar de tareas.

BIBLIOGRAFÍA

1.   Ale, Marcelo. Clínica diferencial: locuras y psicosis. PRAGMA. Instituto de Enseñanza e Investigación en Psicoanálisis. Asociación de Psicoanálisis de la Plata.

2.    Basaglia, Franco. LA CONDENA DE SER POBRE Y LOCO: ALTERNATIVAS AL MANICOMIO, 1a ed. - Buenos Aires: Topía Editorial, 2008. Traducido por: Florencia Molina y Vedia, pp. 5.

3.    D’Agostino, Laura R. Curso Psicosis y Psicoanálisis. PROYECTO SUMA, marzo-abril 2021, Buenos Aires.

4.    D’Agostino, Laura R. Registros del Entusiasmo. Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis. – 2013.

5.    Del Olmo, Juan Daniel (2017). Conceptualizaciones sobre el dispositivo de hospital de día: aportes desde los desarrollos de D.W. Winnicott. IX Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIV Jornadas de Investigación XIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, pp. 68.

6.    Fernández, Élida et al. DIAGNOSTICAR LAS PSICOSIS. 2ª ed.- Buenos Aires: Data Editora, 1995.

7.    Lacan, Jacques. Intervención de Lacan en Vincennes en 1978, Revista Ornicar? 17/18.

8.    Lacan, Jacques.  "Las Psicosis" Seminario 3 (1955 – 1956). Editorial Paidós.

9.    Lacan, Jacques.“El sinthome” Seminario 23, 1975/76, Ediciones Paidós.

10.  Lacan, Jacques. De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis. Escritos.   Editorial Siglo XXI. México 1976.

11. Leiderman, Eduardo. Coordinador del programa de esquizofrenia de la ONG Proyecto Suma. Entrevista. 24 de octubre de 2014. https://www.youtube.com/watch?v=oq_AnQmTLJ



[1] Napione Bergé, María Elena. Presentación del Trabajo final. Curso sobre Psicosis y Psicoanálisis, organizado por PROYECTO SUMA. Buenos Aires, marzo-abril 2021.



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